viernes, 12 de noviembre de 2010

Combate el frío


Andaba, falto de ideas y de inspiración, buscando una excusa para publicar algo cuando me tropecé con esta bonita iniciativa de Nike para “Congelar una web portuguesa” para así defender a España. No es que sea yo muy amigo del patriotismo pero, al ver frío y Portugal juntos en una misma frase, lo asocié casi inmediatamente al gélido ambiente que habrá en el “Estadio Da Luz” el próximo 7 de Diciembre cuando Benfica y Schalke luchen por el 2º puesto del estimulante grupo C, ya que parece difícil que el Lyon, entregadísimo a este causa, suelte el liderato. Cuesta asimilar ver al equipo de Gelsenkirchen entre los puestos de descenso de la competición estatal, máxime con el desembolso en fichajes que se ha acometido. Si bien es cierto que en las posiciones defensivas el equipo ha quedado algo mermado, tiene una plantilla para estar peleando, al menos, por Europa. Y yo entiendo este bajón en rendimiento, como una priorización (psicológica)de la Liga de Campeones sobre la Bundesliga. El inevitable romanticismo de una localidad tan humilde como Gelsenkirchen, la admiración confesada a Félix Magath, la devoción por la sangre fría de Huntelaar o los destellos de genialidad inconstante de Rakitic, la casi veneración hacia un mito como Raúl González (para un confesado seguidor ‘merengue’ como yo) y hasta la extraña simpatía por los jugadores asiáticos como Uchida, son motivos suficientes para que un equipo como el de “Die Königsblauen” despierte en uno simpatía. Por eso, ese cercano 7 de diciembre seré un hincha más del Schalke. Y, teniendo en mente una (adaptada) frase de John F. Kennedy “No te preguntes qué puede hacer tu equipo por ti, preguntate qué puedes hacer tú por tu equipo” me pareció una buena idea un acto simbólico y abstracto como congelar la página oficial del Benfica y así aportar mi grano de arena.

sábado, 3 de julio de 2010

Alemania 2010: el triunfo del talento y la herencia de Van Gaal

Los dos meses antes del comienzo del mundial se hacen casi tan largos como los dos años anteriores. Los periódicos, televisiones y demás se encargan de ponernos los dientes largos recordándonos exactamente los segundos que faltan para que comience el torneo más importante. Por eso, los depredadores de fútbol buceábamos por las listas de cada selección con ánimo de calmar nuestro apetito balompédico. A medida que iban saliendo a la luz gota a gota las listas de cada combinado, nos sorprendíamos por las importantes ausencias. Escudándose en tópicos como "En un mundial se necesita experiencia" o "X es muy importante en el vestuario" los seleccionadores dejaban fuera al Benzema, Pato o Cassano de turno.

Salió la lista de Löw y todos nos sorprendimos. El único requisito que puso para ser miembro de la Mannschaft era el talento. Salvo alguna excepción lógica como Klose o Ballack, Löw convocó a cada uno de sus jugadores basándose en el rendimiento actual, sin mirar su DNI. Nadie creía que Löw se iba a atrever, pero a la hora de la verdad Löw llevó a Sudáfrica a todos los jóvenes que habían destacado, con una media de edad menor a los 25 años.

El talento bajo sospecha que diría Montes. Casi por naturaleza, desconfiabamos de esta selección por joven e inexperta.

Empezó el mundial y rápidamente la Mannschaft se ganó el cariño de gran parte de la afición neutral. Rompiendo con el tópico, esta selección es símbolo del fútbol de ataque, del descaro, del atrevimiento. Los bad boys se identificaron rápidamente con este equipo. Como un buen plato gastronómico, entra por los ojos.

Y así, con el talento como seña de identidad, ha ido pasando rondas hasta llegar a semifinales. Eliminando a dos de las favoritas con bastante soltura, haciendo estragos a las defensas rivales cuando les daban espacios a los diablos germanos.

Ya no valen peros. Esta selección ha firmado su candidatura al título, firmando un mundial casi impoluto. La juventud no es un impedimento, más bien una virtud. Ha triunfado el talento, rompiendo las barreras de la inexperiencia. Löw ha visto recompensada su valiente decisión de recompensar el talento.

Y en la sombra de esta selección, merece una mención Louis Van Gaal.

Bastian Schweinsteiger debutó en 2002 con el Bayern de Munich. Con él, la ilusión de miles de aficionados del Bayern deseosos de encontrar al nuevo Effenberg, un jugador de casa al que sentir como suyo. La prensa alemana enloquecía con Basti. Sin embargo, varios años vista, parecía que Schweini no iba a explotar - al menos hacia las expectativas que había creado. Muy irregular, destacaba casi más por sus continúos cambios de peinado que por su rendimiento futbolístico escorado a la banda izquierda. Entonces llegó Louis al banquillo del sur de Alemania. Vistos los problemas que su equipo tenía en el centro del campo, decidió situar ahí al bueno (?) de Basti en una decisión bastante discutida

Cuando hace un año un totalmente desconocido Thomas Müller jugaba con el Bayern München II en la 3. Liga nadie podría creer que 12 meses después sería una de las sensaciones del mundial. Louis Van Gaal, con su admirable confianza en la juventud, le puso en primera línea mundial, lo catapultó a la máxima exigencia con una confianza desorbitada.

Hoy, la Mannschaft gira entorno a estos dos jugadores. Uno, Schweini, parece haber explotado definitivamente en el centro del campo haciendo un mundial realmente glorioso.

Él otro, ese espigado y escuálido joven, al que nadie le presumiría esa habilidad para jugar al fútbol, es la auténtica sensación mundial. ¡Con tan sólo una temporada a nivel profesional, está llevando las riendas de la camiseta germana! Mucho menos vistoso que Özil, que nadie espere una filigrana que te haga levantarte del asiento, ni ese regate en una baldosa que te deje con la boca abierta, Müller es un jugador absolutamente decisivo. Cuando el genio de Mesut acusa lo que sus principales detractores le señalan, su irregularidad, Thomas aparece.

Por eso, hoy Alemania clama: Danke Louis.

domingo, 23 de mayo de 2010

Van Gaal, el revolucionario


El desenlace final de la Champions League coronó al Inter y a Mourinho como rey absoluto de Europa. Fue la proclamación definitiva del estilo de Mou y ya nadie se atreve a discutir al genio de Setúbal. Hasta los más estéticos, los que no justifican los medios para llegar a un fin, se rinden a la azaña neoazurra.

Los más morbosos apuntaban al duelo en los banquillos y buscaban una confrontación que no había por ningún sitio. Mourinho vivió ese 22 de Mayo que ya forma parte de la historia una reivindicación absoluta. Los hinchas interistas lloraban su marcha y le pedían que se quedara conscientes de que sin él podían volver a tardar 45 años en lograr una victoria. Los aficionados merengues celebraban su victoria y esperaban ansiosos a que enderezara el proyecto florentinista. Mou era el hombre del momento, el trendtopic actual.

Van Gaal se quedó sin la gloria absoluta, sin lograr el broche de oro a su inmaculada temporada. Ninguna cámara le buscaba, nadie habla de él en el postpartido y no será la foto de portada en ningun diario de Europa. Su historia ya no interesaba.

Sin embargo, lo que ha hecho el técnico holandés con el Bayern merece tanto crédito como el que se la ha otorgado casi unanimamente a Mou.

Cogió a un equipo roto, a un gigante vencido que caminaba sin rumbo por Europa y Alemania. La última temporada había pasado la mediocridad de la mano de Klinsmann y Heinckes.

Tras varias temporadas fallidas los dirigentes del Bayern buscaban un proyecto, esa palabra tan prostituída hoy en día. Querían de verdad implantar un estilo, una línea a seguir, y para ello necesitaban un líder, un führer, como el propio Hoeness define "Un profesor de fútbol"
Para esa empresa, se reúnieron Rumenigge, Beckenbauer, Hopfner, Christian Nerlinger y Hoeness. Escribieron en un papel el nombre de un entrenador alemán y otro extranjero. El nombre de Van Gaal salió cuatro veces y fue elegido casi por unanimidad.
Llegó el holandés como un elefante en una cacharrería. Derribó todo e implantó una nueva filosofía en Säbener Strasse, esas maravillosas infrastructuras ideadas por Klinsmann.

Sorprendió a propios y extraños con esa filosofía tan disciplinaria en todos los sentidos antagónica a la que anteriormente propuso Klinsmann. Nada que ver con lo que propone en el campo.
El modelo de Van Gaal propone disciplina fuera y libertad dentro del campo.
Dice Louis que le sorprendieron dos cosas cuando llegó a Munich. La primera es la alta edad de los jugadores. La otra fue que sus jugadores tomaban sus correcciones en el campo como leyes y no se atrevían a inventar.
Para ello, les instó a sus jugadores a que le discutieran, a que fueran valientes. Y para rejuvenecer la plantilla le dió mucho peso a la cantera, y les dió una confianza nada común. Hizo debutar a Badstuber, Contento, Alaba o Müller y el tiempo le dió la razón.

La historia, contada ahora, parece muy romántica. Pero como en la mayoría de proyectos no es oro todo lo que reluce. El comienzo del Bayern en la Bundesliga fue el peor de su historia. El público pedía la dimisión de Van Gaal y confiesa el propio Beckenbauer que pensaron en echarle.

Llama la atención como el entrenador holandés nunca se escondió ni cambió sus ideales. Llama la atención su valentía, apostando por los jóvenes en todos los momentos (incluso los peores). Si moría, moriría con sus ideales. Prueba de ello es que en la final de ayer estaban Badstuber y Müller, dos jugadores introducidos por él que también estarán en Sudáfrica.

Quizá el punto de inflexión fue la victoria ante la Juventus, uno de los momentos más brillantes de ese Bayern. A partir de ahí el equipo fue cuesta abajo, con un fútbol valiente, ordenado y atrevido que enamoró a Alemania. Antaño un equipo rocoso y odidado, el Bayern de hoy es un símbolo del buen fútbol. Como dice Áxel Torres: "Un equipo alegre, generoso, entusiasta, un espejo de la sociedad alemana moderna" Sin rotaciones, nunca. Queriendo la bola y siendo realmente ofensivo, con un Robben magistral.
Ese tipo de fútbol, nunca antes visto en Baviera, no tuvo ayer su éxito. Ganó la liga brillantemente pese a la inesperada concurrencia del Schalke, ganó la Copa insultantemente a un Werder que decepcionó mucho. Perdió, justamente todo sea dicho, en la final de Madrid

Aún así hay que levantarse a aplaudir al holandés. Por su valentía. En Alemania es ya todo un ídolo y le piden que marque una era.