domingo, 23 de mayo de 2010

Van Gaal, el revolucionario


El desenlace final de la Champions League coronó al Inter y a Mourinho como rey absoluto de Europa. Fue la proclamación definitiva del estilo de Mou y ya nadie se atreve a discutir al genio de Setúbal. Hasta los más estéticos, los que no justifican los medios para llegar a un fin, se rinden a la azaña neoazurra.

Los más morbosos apuntaban al duelo en los banquillos y buscaban una confrontación que no había por ningún sitio. Mourinho vivió ese 22 de Mayo que ya forma parte de la historia una reivindicación absoluta. Los hinchas interistas lloraban su marcha y le pedían que se quedara conscientes de que sin él podían volver a tardar 45 años en lograr una victoria. Los aficionados merengues celebraban su victoria y esperaban ansiosos a que enderezara el proyecto florentinista. Mou era el hombre del momento, el trendtopic actual.

Van Gaal se quedó sin la gloria absoluta, sin lograr el broche de oro a su inmaculada temporada. Ninguna cámara le buscaba, nadie habla de él en el postpartido y no será la foto de portada en ningun diario de Europa. Su historia ya no interesaba.

Sin embargo, lo que ha hecho el técnico holandés con el Bayern merece tanto crédito como el que se la ha otorgado casi unanimamente a Mou.

Cogió a un equipo roto, a un gigante vencido que caminaba sin rumbo por Europa y Alemania. La última temporada había pasado la mediocridad de la mano de Klinsmann y Heinckes.

Tras varias temporadas fallidas los dirigentes del Bayern buscaban un proyecto, esa palabra tan prostituída hoy en día. Querían de verdad implantar un estilo, una línea a seguir, y para ello necesitaban un líder, un führer, como el propio Hoeness define "Un profesor de fútbol"
Para esa empresa, se reúnieron Rumenigge, Beckenbauer, Hopfner, Christian Nerlinger y Hoeness. Escribieron en un papel el nombre de un entrenador alemán y otro extranjero. El nombre de Van Gaal salió cuatro veces y fue elegido casi por unanimidad.
Llegó el holandés como un elefante en una cacharrería. Derribó todo e implantó una nueva filosofía en Säbener Strasse, esas maravillosas infrastructuras ideadas por Klinsmann.

Sorprendió a propios y extraños con esa filosofía tan disciplinaria en todos los sentidos antagónica a la que anteriormente propuso Klinsmann. Nada que ver con lo que propone en el campo.
El modelo de Van Gaal propone disciplina fuera y libertad dentro del campo.
Dice Louis que le sorprendieron dos cosas cuando llegó a Munich. La primera es la alta edad de los jugadores. La otra fue que sus jugadores tomaban sus correcciones en el campo como leyes y no se atrevían a inventar.
Para ello, les instó a sus jugadores a que le discutieran, a que fueran valientes. Y para rejuvenecer la plantilla le dió mucho peso a la cantera, y les dió una confianza nada común. Hizo debutar a Badstuber, Contento, Alaba o Müller y el tiempo le dió la razón.

La historia, contada ahora, parece muy romántica. Pero como en la mayoría de proyectos no es oro todo lo que reluce. El comienzo del Bayern en la Bundesliga fue el peor de su historia. El público pedía la dimisión de Van Gaal y confiesa el propio Beckenbauer que pensaron en echarle.

Llama la atención como el entrenador holandés nunca se escondió ni cambió sus ideales. Llama la atención su valentía, apostando por los jóvenes en todos los momentos (incluso los peores). Si moría, moriría con sus ideales. Prueba de ello es que en la final de ayer estaban Badstuber y Müller, dos jugadores introducidos por él que también estarán en Sudáfrica.

Quizá el punto de inflexión fue la victoria ante la Juventus, uno de los momentos más brillantes de ese Bayern. A partir de ahí el equipo fue cuesta abajo, con un fútbol valiente, ordenado y atrevido que enamoró a Alemania. Antaño un equipo rocoso y odidado, el Bayern de hoy es un símbolo del buen fútbol. Como dice Áxel Torres: "Un equipo alegre, generoso, entusiasta, un espejo de la sociedad alemana moderna" Sin rotaciones, nunca. Queriendo la bola y siendo realmente ofensivo, con un Robben magistral.
Ese tipo de fútbol, nunca antes visto en Baviera, no tuvo ayer su éxito. Ganó la liga brillantemente pese a la inesperada concurrencia del Schalke, ganó la Copa insultantemente a un Werder que decepcionó mucho. Perdió, justamente todo sea dicho, en la final de Madrid

Aún así hay que levantarse a aplaudir al holandés. Por su valentía. En Alemania es ya todo un ídolo y le piden que marque una era.